Regreso para retirarme de nuevo, es como si los ciclos actuales cada vez fueran mas cortos. Reducidos al mínimo para hacer de la historia personal un compendio de relatos fugaces en los que es imperceptible la melancolía, como imperceptible la emotividad. El área es tan pequeña que no caben mas que suspiros acelerados entre choques. Regresé lleno de moscas y me retiro de la misma forma; cambiando de rumbo. Buscando sin querer encontrar la rutina metalizada de los engranes programados para el silencio.
Apenas nace la palabra amable se intercambia por la llamada que anuncia el corazón detenido en la familia. Que puntual es el destino escrito en los libros de viejo. Que certeros son los científicos y los que no lo son. Certeros todos al compensar el respiro con la asfixia.
Hace cuatro años perdí el escepticismo ante el milagro; hace unos días leo que es irrepetible en mi caso, no habrá forma ni ciencia. Otra pérdida.
¿Qué hacen los desaparecidos? ¿Se reúnen en grupos grandes o se aíslan a repasar la película propia y ven como se incinera la voz en segundos?
La llamada que esperaba no llegó porque el grito se ahogó en un consultorio médico. Sin embargo la otra voz hizo el relevo perfecto para azotar lo que venía a destiempo.